martes, 17 de febrero de 2009

PARA MIS AMIGOS VAGAMUNDOS

Los 3 artículos siguientes hacen parte del trabajo etnográfico realizado con artistas callejeros en la ciudad de Bogotá en el año 2006.



Después de escribir sobre el arte callejero y sobre los artistas callejeros con los que conviví por dos años, estoy convencida que no soy la misma persona, que sus experiencias, su metáfora, su forma de ver la vida me atravesaron irremediablemente. Ampliaron mi universo y generaron en mí una forma diferente de construir relaciones, en donde pude encontrar valor y conexiones profundas, en las más sorprendentes diferencias.

Quiero entonces, aunque yo se que ellos lo saben, agradecerles por haber entrado en mi vida y permitirme que hurgara en sus mentes y en sus mundos de la manera como lo hice. Dedicarles este blog y los escritos que he podido hacer, que no son sino el intento de poner nuestras construcciones conjuntas de tantas noches de conversaciones profundas y de experiencias compartidas; y decirles, que ahora que me he logrado vaciar de ellos, me encantaría re-encontramelos para conversar, tocar tambor, cocinar… construir nuevos y maravillosos mundos en donde podamos vivir y ser felices.

Lo que pude comprender, es que el arte callejero es un estilo de vida, que viene de una amplia historia desde Grecia hasta nuestros días, y que responde a diferentes fenómenos sociales como las migraciones, la ilegalidad y la economía de subsistencia, y que al ser una decisión tomada cotidianamente, tiene una fuerte implicación en la construcción de Identidades; que al ser expresada en símbolos con sentidos muy particulares para un grupo, se convierte en una metáfora colectiva que se apropia de diferentes escenarios de las ciudades.

Esta apropiación de la ciudad, desde una metáfora, les da la posibilidad de comunicarse entre sí y con la ciudad misma. Además que los convierte en seres privilegiados, al haber encontrado una metáfora que los represente y les de explicación y sentido a sus vidas. Y este sentido lo encuentran diariamente, en la respuesta a la pregunta del para qué. Para qué la metáfora, para qué llevarla a la calle, para qué ser diferentes al resto.

La respuesta, que más que una creencia es una certeza para ellos, es la de la necesidad y el deseo de oponerse, de resistirse a un orden ya establecido y que ellos consideran que no les posibilita ser. Y es una resistencia que más que violenta y en contravía, está proponiendo diferentes alternativas, está mostrándose como una posibilidad más en la amplia gama de posibilidades que tenemos y que obturamos debido a modelos preestablecidos, a miedos o sencillamente por la necesidad de construir sueños desde el hacer y desde el tener, mas que desde el ser.

Ellos me enseñaron, que la vida, la ciudad, la convivencia son posibles, si tenemos pasión por lo que hacemos, si le ponemos color a los sueños y si sentimos cada momento de nuestra existencia, como un movimiento interminable de “juguetes” lanzados al aire.

Marian Ríos

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